Una dieta equilibrada debe contemplar el consumo de verduras, hortalizas, frutas, carnes, pescados, lácteos y azúcares no refinados. Con esta dieta cubriremos tanto nuestras necesidades energéticas como nuestros requerimientos de agua, fibra dietética, vitaminas y minerales. En este sentido, la llamada dieta mediterránea –rica en ensaladas, verduras, fruta, alimentos fritos en aceite de oliva, pescado y legumbres- es muy beneficiosa.

Sugerencia de pirámide alimenticia

En líneas generales, es aconsejable:

  • Limitar las grasas y el colesterol (preferir el pescado, las aves sin piel y las carnes magras a otro tipo de carne, y elegir lácteos desnatados)
  • Moderar la sal.
  • Aumentar la fruta, verdura y cereales integrales.
  • Evitar bebidas alcohólicas.
  • Practicar una adecuada actividad física.

Es aconsejable repartir la comida en tres o cuatro tomas: desayuno, comida, merienda y cena y evitar los picoteos de alimentos muy calóricos entre horas.

El desayuno debe ser copioso para afrontar la actividad del día. La cena, en cambio, ha de ser ligera. La merienda es recomendable para los niños, aunque no es necesaria para los adultos.

El primer paso para una buena nutrición es una correcta y pausada masticación de los alimentos que permitirá su buena mezcla con los enzimas de la saliva y facilitará su digestión y absorción. Una masticación rápida sólo conduce a una digestión más lenta y a una mayor deglución de aire.

Durante y hasta dos horas después de la comida es recomendable evitar el ejercicio físico, pues parte de la sangre que tiene que ir al intestino se destinaría a los músculos produciéndose una inadecuada irrigación intestinal que se manifestaría en forma de dolor abdominal, lo que se conoce como corte de digestión.

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