Nuestro mercado es pequeño comercio, nuestro barrio siempre ha sido del pequeño comercio, donde hemos crecido.
Nuestro futuro se está escribiendo ahora, y nos negamos a madurar, no queremos aceptar la realidad pues nos llevan demasiado deprisa hacia el cercado de las vacas, donde vemos la vida pasar. Nosotros que venimos de jugar en la calle, que fuimos hijos de todos los vecinos, los chicos de los recados y como los manolos, amigos para siempre, nos hemos convertido en el silencio de los besugos que asistimos al cierre del pequeño comercio. De nuestro estilo de vida.
Dejemos prosperar a quién trabaja por nosotros, quien nos atiende en su negocio, nos fía y confía, nos da el mejor consejo para comprar y siempre nos pregunta cómo nos va, como lo hicieron sus padres. Eslabones en la cadena de la vida.
Quién ocupará su lugar cuando cierre. Una franquicia, un loft, una celda turística. Pequeños cambios que nos llevan a lo ajeno, a no conocer aun teniendo toda la información, la sabiduría del necio que no ve a su alrededor y enjuicia lo que no entiende. Tu barrio lo creas tú, aunque no lo sepas. Créetelo.
Si quieres que el pequeño comercio viva, no dejes que el pez gordo se coma al pequeño. Tú sabes del lado que estás, y eso también es alimentación.
Pasan los años y piensas que ya no puedes dar vida, que pierdes libertad y que ya no decides donde repartes tus gastos. Aún tenemos posibilidad de salvación. Compra en el pequeño comercio, únete al más pequeño y seguiremos siendo grandes.
Y si además vienes al Mercado de San Isidro, da por cierto que te alimentarás como un santo.
Nuestro Mercado.
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